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Plaza de la Constitución de Jarandilla de la Vera e Iglesia de Santa María de la Torre

Narración: Mane Cisneros Manrique

La Plaza
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Contrariamente a lo que suele suceder, la plaza mayor de Jarandilla no está en el centro del pueblo sino en un espacio que de "chicos" considerábamos territorio compartido entre el “pueblo de arriba y el de abajo”. En realidad, nuestra Plaza de la Constitución tiene derecho a estar donde desee, así lo avala su condición de constitucional. Tiene una superficie de unos 2500 m2, forma irregular y una ligera pendiente hacia el sur.

La configuración actual de la Plaza de la Constitución es consecuencia de un proceso que se extiende en el tiempo, resultado de la acción combinada de la orografía y de la mano del hombre.

Su orografía, marcada por la imponente presencia del promontorio rocoso en el que se asienta la fortaleza-iglesia de Sta. María de la Torre ha condicionado el devenir de la plaza.

Como es lógico, los factores humanos también han condicionado la configuración de la plaza, y entre ellos los políticos, como la adopción de decisiones concretas relacionadas con la seguridad en tiempos inseguros, o los socioeconómicos.

Parece probable que los cambios en la configuración de la plaza en los últimos 150 años han estado vinculados más a cambios en el aspecto de los edificios que la delimitan, que a modificaciones en la estructura de la propia plaza.

Dos son los elementos más importantes de la Plaza de la Constitución: la Iglesia de Santa María de la Torre y los soportales de la zona norte de la plaza.

El elemento por destacar del soportal son sus columnas y su sección octogonal, que las hace similares a las de la iglesia-fortaleza.

Pero sin duda, el edificio más importante de la plaza es la iglesia de Sta. Maria de la Torre, un edificio único, una fortaleza-reconvertida en iglesia.

La imagen exterior del edificio es imponente, sobre todo el ábside: macizo, poderoso, con pocos vanos (dos ventanales abocinados y geminados), atemorizante. Interesantes de observar los contrafuertes colgantes del ábside, apoyados en ménsulas, a través de las que descargar las presiones de la bóveda del ábside en el muro.

Aún más llamativo e impresionante debía ser el tejado original en forma de cubierta a dos aguas, apoyado sobre el almenaje y una barbacana alta que se podía recorrer completa alrededor de todo el edificio.

El interior de la iglesia-fortaleza, en base al testimonio de autores como Acedo de la Berrueza, debía ser muy original y sencillo: el cuerpo principal del edificio tenía tres naves, separadas por seis columnas de sección octogonal, que se sitúan en la segunda mitad del siglo XV, y que sostenían a los arcos formeros. Y sobre esta estructura el artesonado de madera, pintado, sobre el que, a su vez, estaba el tejado (talón de Aquiles del edificio). La bóveda de la capilla mayor del ábside está dividida en dos tramos cubiertos por una bóveda, de crucería cuatripartita el primer tramo, y de crucería ochavada el segundo, y cuya nervatura descansa sobre ocho ménsulas con relieves interesantes.

El conjunto del edificio incluye dos sacristías, la Capilla de Gaspar de Loaysa y una esbelta torre. La techumbre de madera de la iglesia-fortaleza se hundió en 1938 del siglo pasado. La reconstrucción, muy desafortunada, finalizó en 1957, año en el que fue restablecido el culto.

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