

LA MUESTRA DE CINE Y CULTURA Y CINE CAUCE SON DOS DE LOS eventoS culturalES ANUALES ORGANIZADOS POR LA ASOCIACIÓN CULTURAL BADILA CON SEDE EN JARANDILLA DE LA VERA (CÁCERES).
Desde Badila, pensamos y buscamos nuevas formas de hacer cultura en el medio rural. entendiendo la cultura como motor de cambio, dinamización y transformación social.

Entrevista a José Antonio y Mari Carmen García-Prieto
Pregunta (P) 1: Muchas gracias por atender nuestra petición.
Respuesta (R): Somos nosotros quienes hemos de agradecer vuestra iniciativa de dar a conocer tantos aspectos y dimensiones de la vida cultural de nuestra Comarca de la Vera. Y que, en ese contexto, hayáis recordado la figura de nuestro padre, Antonio García Prieto. Con mucho gusto, pues, accedemos a vuestra entrevista.
P 2: ¿Dónde y en qué año nació Antonio García Prieto?
R: En Madrigal de la Vera (Cáceres), el 15 de Marzo de 1908
P 3: ¿En su familia había antecedentes de dedicación a la medicina?
R: No, que nosotros sepamos.
P 4: ¿Fue temprana su vocación por la medicina, o contempló otras salidas profesionales?
R: No tenemos datos precisos sobre este punto. Le gustaba la música y también el dibujo técnico y artístico; y de hecho, fue él quien –con la ayuda de buenos profesionales – albañiles: recordamos a Cándido, como maestro de obras- hizo la proyección y distribución de la casa que construyó en 1944, en Jarandilla.
A pesar de esas aficiones, diríamos que por la pasión y amor a la Medicina que pudimos apreciar en nuestro padre, su vocación por esta ciencia fue muy temprana. Tal vez se sintió atraído, en su juventud, por el prestigio que despertaba la “figura del médico”, que unía el saber científico y experimental, con el trato humano y de servicio tan directo al bien común, como es preservar y devolver, cuando se ha perdido, la salud del cuerpo. Una figura, la del médico, que en el plano del interés y cuidado directo de la vida de los demás, recuerda la figura evangélica del “buen samaritano”, que “se acercó al hombre maltrecho, le vendó las heridas (…), y él mismo lo cuidó”. Lo refiere el evangelista san Lucas que, no en balde, era también médico.
P 5: ¿ Dónde realizó los estudios de medicina, y, permítame una pregunta indiscreta, y pido disculpas por ello “¿fue buen estudiante?”
Respuesta de José Antonio: El bachillerato lo hizo como alumno interno en el Colegio de los Escolapios, en Alcalá de Henares. Y toda la carrera de Medicina, en la Facultad de San Carlos, en Madrid. No disponemos de su expediente académico, pero sí tenemos constancia de que era buen estudiante y, en consecuencia, suponemos que las calificaciones de sus estudios serían muy positivas. Su hijo José Antonio, dispone de un testimonio de la época en que su padre, Antonio, era estudiante de Medicina. Este testimonio lo consideramos –sus dos hijos- muy valioso, tanto por su contenido, como por la persona que lo aportó.
Se trata de la carta que un compañero de curso en la Facultad de Medicina, escribió a José Antonio cuando murió su padre Antonio, en Octubre de 1984. El amigo y compañero era Eduardo Ortiz de Landázuri, futuro catedrático de Patología Médica en la Universidad de Granada y, posteriormente, en la Universidad de Navarra, fallecido en mayo de 1985. Transcribo literalmente un párrafo de esa carta que conservo en mi poder, y, que está fechada en Pamplona el 10 de enero de 1985:
“Querido D. José Antonio: con todo cariño, Laurita y yo nos acordamos y rezamos por tu padre al que tanto quería. Desde los años 1926-33 en que nos veíamos todos los días en San Carlos (siete años) cuando hacíamos la carrera. Éramos más de 250 compañeros pero él era de mi grupo. Antonio, tu padre, era estudioso, serio y todo un señor, con buen humor pero muy reflexivo. Le teníamos respeto a la vez que confianza. Para mí fue siempre un gran amigo y en el grupo con Tapia, Araujo, Galofre…, ya todos muertos, su presencia era siempre motivo de alegría y a la vez hacía las veces de compañero modelo por su rectitud y, sin embargo, por eso mismo, alegre.
Después ya nos dejamos de ver. Él se hizo forense y se quedó en su tierra hasta que supimos que era alcalde; a cuya alcaldía iba a las ocho de la noche y se quedaba trabajando por los vecinos de Jarandilla de la Vera. Estoy seguro que lo hacía todo por amor al prójimo. Comprendo y hacéis muy bien en recordarle con el cariño a un padre ejemplar. Si tuviera que elegir entre mis compañeros quién era el mejor en virtudes humanas, a él le elegiría, es decir, a tu padre; y conste que no me ciega el amor a ti y a tu madre”.
Nos parece que la pregunta sobre si nuestro padre fue buen estudiante, está amplia y sobradamente contestada con ese testimonio de Eduardo Ortiz de Landázuri.
Respuesta de Mari Carmen: No tenemos calificaciones como tales, pero sí opiniones de familiares y compañeros:
A.- Opiniones de familiares
Durante los años de su carrera en Madrid, era proverbial la vida de los estudiantes; una vida como la reflejada en “La Casa de la Troya”. Para sus primos -coetáneos de él- “Antonio era insobornable, siempre estudiando…”
B.- Opiniones de compañeros de Facultad que más tarde llegaron a ocupar Cátedras o dirigir Instituciones importantes
José Antonio os habla al respecto de la opinión humana que de él tenía el que llegó a ser Catedrático de Patología Médica de la Universidad de Granada y Navarra, Prof. Eduardo Ortiz de Landázuri, actualmente en proceso de Beatificación.
En el aspecto académico y profesional, su compañero Juan García de Lecumbarri, creador del Laboratorio Infantil del Hospital de la Paz (Madrid), y Jefe de este Servicio hasta su muerte, solía decir repetidamente sobre nuestro padre: “Qué pena que la Facultad perdiese esta cabeza para la enseñanza”.
Efectivamente, tenía grandes dotes de pedagogo, además de su inquietud y curiosidad por la ciencia. Sacrificó esta otra vocación docente (así como la de investigación) por lo que consideró deber familiar. Devolver a sus padres en momentos difíciles el esfuerzo con el que habían contribuido a hacer de él al hombre al que se había convertido, humana y profesionalmente. Y al terminar la carrera, volvió como médico a Madrigal de la Vera.
P 6: ¿Cuándo y por qué se estableció en Jarandilla? Es de suponer que el panorama sanitario en aquella época era desolador, sobre todo en lo concerniente al paludismo ¿puede contarnos algo en relación a dicha situación?
Respuesta de José Antonio: Al terminar la carrera, comenzó a trabajar ya en Madrigal, donde permaneció hasta 1935 aproximadamente. Desde el principio comenzó a hacerse un cierto prestigio profesional porque, junto a lo elemental de las exploraciones clínicas de todo médico en la consulta, dispuso de una instalación de Rayos X y también de un pequeño laboratorio de análisis clínicos de sangre y orina, etc., que él mismo realizaba. Para los análisis de sangre contó desde el principio con un microscopio. Todo ello contribuía a afinar en el diagnóstico de cada enfermo y su correspondiente tratamiento. Por ello, es posible que muy pronto comenzaran a ir a Madrigal enfermos de pueblos cercanos.
Pensamos que esos comienzos médicos, en Madrigal, llegaron a oídos de los jarandillanos. Y recordamos haberle oído contar a nuestro padre que, desde la corporación municipal de Jarandilla, con Abelardo Muñoz al frente, como alcalde, fueron a visitarle en Madrigal para pedirle que se trasladara a vivir y trabajar como médico, en Jarandilla. Parece que al llegar, para “distinguirle” del otro médico que ya había en el pueblo, varios años mayor que él y que también se llamaba Antonio, la gente solía decir refiriéndose a nuestro padre, como D. Antonio, “el médico nuevo”.
Su traslado debió ser en torno a 1935, el mismo año que se casó, en Guadalupe, en el mes de Mayo, con nuestra madre Josefina. Se habían conocido en Madrid, a través, probablemente, de una hermana de Josefina que era monja de la Caridad, en el Hospital Provincial, anejo a la Facultad de Medicina de San Carlos donde –como queda dicho- estudió nuestro padre.
Respecto al panorama sanitario de la época, efectivamente, la situación era bastante seria, y sobre todo por el azote del paludismo. Concretamente, dentro del territorio nacional algunas regiones –entre ellas diversas zonas de Extremadura-, sufrieron esa plaga. Nosotros mismos, en la década de los años 40, pasamos la enfermedad y, gracias a las medidas que ya se venían tomando, el tema no fue a mayores. En el año 2002 se presentó en Madrid una tesis doctoral sobre “La erradicación del paludismo en España”, de la que acompañamos algunos párrafos, referidos a la zona de la Vera y de otras comarcas extremeñas, que muestran la seriedad del problema. Así, por ejemplo, leemos:
“En 1924 ya funcionaban varios dispensarios antipalúdicos: Talayuela, Navalmoral de la Mata, Jarandilla , El Robledo, Mirabel y La Bazagona en Cáceres y Talavera de la Reina en Toledo. (….) El dispensario de Talayuela pasó a depender del de Navalmoral. Poco a poco, desde Navalmoral de la Mata se centralizó la lucha antipalúdica española.” (“La erradicación de paludismo en España”. Aspectos biológicos de la lucha antipalúdica. Memoria de tesis doctoral de: Balbina Fernández Astasio. Director: Joaquín Fernández Pérez, Madrid, 2002, pág. 315)
(…)
También pueden dar una idea del problema, el número de análisis y casos detectados en la zona, y la inversión económica que las autoridades sanitarias destinaron a la batalla contra el paludismo, aún antes de que nuestro padre terminara la carrera de Medicina y llegase a Jarandilla. Leemos, de nuevo:
“Cada dispensario tenía un servicio de consulta donde se registraba y examinaba a los enfermos, un laboratorio donde se realizaban los exámenes hematológicos, serológicos y parasitológicos, además de exámenes de mosquitos, un servicio de vigilancia de los habitantes de la localidad a los que se visitaba a domicilio y se les distribuía quinina. Algunos dispensarios sólo funcionaban en invierno, ya que en febrero se sembraba el pimiento.
“Los dispensarios de Talavera, Jarandilla, Olivenza y Calañas tenían pequeños servicios hospitalarios anejos. En Agosto de 1925 , el número de exámenes practicados en los dispensarios antipalúdicos de las provincias de Cáceres y Toledo ascendieron a 60.000 con un 36% de casos positivos al paludismo . En el Dispensario de Navalmoral en ese mismo año se realizaron 2.213 exámenes de sangre con 1.174 casos positivos , 686 de fiebres tercianas, 34 de cuartanas, 264 de tropicales y 58 de fiebres mixtas o indeterminadas.” ( o . c . , págs. 321-322)
Y por lo que mira a la inversión económica, que también puede dar una idea de la seriedad del problema, se recogen estos datos:
“A partir de este año (1924) el presupuesto para la lucha antipalúdica se amplió. Pasó de ser 175.000 Pts en 1924 a las 375.000 Pts de 1925, 400.000 Pts de 1927 y 950.000 Pts de 1928. En esta organización tan localista la propaganda era fundamental. Para Lozano, que llegó a ser Director del Instituto Antipalúdico de Navalmoral pasada la Guerra Civil Española, la colaboración del público a partir de 1924 fue “uno de los hechos más aleccionadores de nuestra historia sanitaria”. ( o. c. pag. 315) Esos datos ya bastarían para hacerse una idea de la batalla que tantos médicos y autoridades sanitarias combatieron para terminar por completo con el paludismo. Nosotros, y la gente mayor del pueblo, recordamos que en Jarandilla había un Dispensario situado en la plazoleta frente a la iglesia de San Agustín, en el que nuestro padre trabajó mucho, junto también con D. Antonio Casado (el otro médico que había en Jarandilla al llegar nuestro padre).
José Antonio –que más adelante estudió Medicina, como su padre recuerda que a veces le veía trabajar en casa haciendo análisis de sangre, con el microscopio; y, siendo aún muy joven, su padre le enseñó, entre otras cosas, a detectar el reconocimiento de plasmodios en las células hemáticas y, en consecuencia, a hacer el diagnóstico microscópico del paludismo.
Respuesta de Mari Carmen: Creo que José Antonio, mi hermano, os responde ampliamente a este apartado; tanto a la comisión formada para ofrecerle la plaza de médico en Jarandilla, como a la lucha tremenda contra la epidemia palúdica.
Respeto a la comisión de “pro-hombres” que llegó a Madrigal, me gustaría añadir que en ella también estaba D. Emiliano, “D. Emiliano el Maestro”. Con mis ojos de adulta miro retrospectivamente con gran cariño esta figura, ejemplo del respeto y dignidad que en aquellos años se le otorgaba al Magisterio. Jarandilla era entonces Cabeza de Partido con 3.000 habitantes, el pueblo más importante desde Navalmoral de la Mata a Plasencia. Residencia permanente del Juez, Notario, y Registrador de toda la Comarca.
Dadas las inquietudes intelectuales y médicas de nuestro padre, es de suponer que pensó le sería más fácil el desarrollo de ambas en el ámbito jarandillano.
P 7: Algunos fuimos atendidos, en distintas ocasiones, por el Dr. Antonio García Prieto, y la imagen y el recuerdo que han perdurado son los de un ser humano- médico, capaz, responsable, educado, amable, con una enorme inquietud intelectual y una permanente disposición a ayudar. ¿Reconocen al Dr Antonio García Prieto en esta descripción? ¿Qué rasgos añadirían?
Respuesta de José Antonio: Por lo que a mí (José Antonio, también médico) se refiere, mi experiencia “médica” junto a mi padre fue muy escasa pero, aún así, puedo confirmar efectivamente, lo que se afirma en la pregunta: su trato con las personas, no sólo como médico con sus pacientes, sino también la amabilidad y cercanía humana, con que se relacionaba con todos ellos, era algo proverbial que todo el mundo reconocía. Recuerdo que no pocas personas de Jarandilla, cuando he venido por el pueblo años después de la muerte de mi padre (y lo mismo le ha sucedido a mi hermana, pero a ella con más frecuencia, por haber venido más que yo), al encontrarme la gente por la calle, me paraban para saludarme y su comentario siempre iba más o menos en esta línea: “Ay.., ¡cómo me acuerdo de su padre, D. Antonio, …! ¡Qué bien nos trataba…! Recuerdo que una vez…”, y contaba su caso concreto. La disponibilidad para atender a las personas era total; y esto, por no hablar de las veces, en las que se añadía el sacrificio de levantarse a cualquier hora de la noche –que también lo recordamos los hermanos- para atender a una llamada de dolencias imprevistas que precisaban atención urgente.
He dicho que mi experiencia “médica” al lado de mi padre fue escasa porque, apenas terminada mi carrera, marché a Roma. Sólo durante algunas semanas en vacaciones, mientras estudiaba la carrera en Madrid, estuve junto a él cuando recibía pacientes en la consulta privada. En todos esos casos, pude comprobar su seria profesionalidad y la delicadeza en la exploración del enfermo, en la toma y consignación de datos médicos, etc.., para su seguimiento posterior y eventuales futuras consultas. Lo que hoy registra cualquier médico en su ordenador al ver a un paciente, y queda como “ficha médica”, de fácil y rápido acceso para consultas posteriores, etc., entonces lo hacía él con un sistema sencillo y ordenado, de modo que los resultados prácticos, en este punto, para seguir después el caso del paciente, eran los mismos que hoy día.
De la consulta privada, recuerdo también las veces que pasaba con él a la sala de Rayos X donde hacía la exploración radiológica, requerida en algunos enfermos. No pocas veces esta exploración resultaba de gran ayuda para confirmar el inicial diagnóstico que ya había pensado, al hacer la historia clínica y la previa exploración clínica.
Y, fuera de la consulta médica de los afiliados al Seguro de enfermedad y de la consulta privada que tenía en casa, todos los días dedicaba bastante tiempo a la visita domiciliaria. Le acompañé también en algunas ocasiones, muy pocas; y lo que más recuerdo –y pido perdón por lo “poco médico” de este recuerdo- es que yo, con muchos menos años que mi padre, volvía a casa totalmente rendido, de tanto subir y bajar escaleras en las casas y de recorrer el pueblo entero de un sitio para otro, viendo enfermos. A veces, bien podían ser 10 ó 15 enfermos de visita a domicilio, lo que suponía, al menos, un par de horas, si no más, de trabajo. Y por las tardes solía ver de nuevo a aquellos pacientes que consideraba que convenía seguir más de cerca. Todo esto, diariamente –también domingos y festivos-, era lo primero. Después, a partir de las 12 del mediodía, aproximadamente, comenzaba la Consulta en casa, de los pacientes del pueblo que no requerían guardar cama. Y, finalmente, la consulta privada, a la que acudían enfermos de todos los pueblos de la comarca de la Vera, incluso desde los cercanos a Plasencia, como Tejeda, Garganta de la Olla y Pasarón, hasta Madrigal de la Vera.
Respecto a la inquietud intelectual, mencionada en la pregunta, se me ocurre añadir tres comentarios , relativos todos ellos al ámbito de la Medicina. Procuraba mantenerse al día en los avances de esta ciencia. Y siempre estaba atento a nuevas enseñanzas o prácticas médicas que pudiera incorporar. Por ejemplo, en los primeros años 60, pensó que debía ampliar las exploraciones cardiológicas de los enfermos, con la ayuda de electrocardiogramas. Y así, introdujo en su práctica médica este medio de diagnóstico que, por lo general, fuera de los Centros sanitarios comarcales, no lo empleaban los médicos, en medios rurales.
Otro detalle de esa inquietud por mantenerse al día y aprender también de otros médicos, eran sus visitas al servicio de Traumatología del Hospital de Basurto, en Bilbao, cuando iba a esa ciudad, algunos días, todos los años. Allí residió, unos quince años, su hija Mari Carmen, casada con Ricardo Escudero, un médico–traumatólogo, de Plasencia, que era el Jefe del Departamento de Traumatología de Basurto. Un discípulo de Escudero, médico en ese servicio, Alfonso Díaz de Atauri, comentó a José Antonio –hace muy pocos años- que le llamaba la atención el interés con que su padre, Antonio, acudía al Hospital para seguir algunos casos médicos y mantenerse al día en técnicas o modos de hacer en una especialidad –la Traumatología-, que no era propiamente la suya. Con todo, en Jarandilla, no faltaban heridos en accidentes que requerían una atención traumatológica, y recuerdo haber visto a mi padre, no pocas veces, reducir, enyesar e inmovilizar fracturas óseas.
El tercer comentario sobre su inquietud en el campo de la Medicina, se refiere a sus oposiciones a Médico Forense, que aprobó, en Madrid, hacia el año 1950, aproximadamente. Así, además de Médico titular de la Seguridad Social, a partir de esa fecha ocupó la plaza de Médico Forense aneja al Juzgado de Guardia e Instrucción de Jarandilla, como Cabeza de partido Judicial. Preparó las oposiciones concienzudamente, estudiando los diversos temas y “ensayando” su exposición ante Don Antonio Casado: acudía a su casa y, allí, desarrollaba los temas del Programa que iba preparando. No le faltó trabajo en este campo como Médico forense porque, al cabo del año se podían producir, desgraciadamente, alrededor de 10 ó 15 muertes que requerían la intervención del forense, con la correspondiente autopsia y el sucesivo informe legal del caso. Durante mi carrera de Medicina, recuerdo haber acompañado a mi padre a diversos pueblos, para la práctica de autopsias.
En otro ámbito distinto de la Medicina, recordamos también su interés por promocionar iniciativas que contribuyeran a la unidad y armonía entre los compañeros médicos de la zona, y en sumarse a proyectos que avivasen las raíces histórico-culturales de lugares y acontecimientos que enaltecieran Extremadura. Un ejemplo de lo primero fue su iniciativa de reunir una vez al año, en Jarandilla –como cabeza del Partido Judicial- a todos los compañeros médicos de la zona que libremente quisieran acudir, en la festividad de su Patrona, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro: era el día 27 de Junio. Recordamos que tuvo lugar durante bastantes años y resultaba una Fiesta muy simpática: D. Ignacio Cruz que era por entonces el párroco de Jarandilla, les celebraba una Misa en la Ermita de Sopetrán; y después tenían todo el resto del día para departir sobre mil cosas de sus vidas, sin que faltara entre todos ellos un almuerzo de confraternidad.
Por lo que se refiere a sumarse y contribuir a proyectos de interés histórico-cultural, recordamos que, en torno a 1958, a raíz del IV Centenario de la Muerte de Carlos V, en Yuste, nació la Asociación de Caballeros de Yuste. Le propusieron formar parte, desde su mismo comienzo, de la Asociación, uno de cuyos fines, según puede leerse en Documentos de la Asociación, era el de “favorecer y difundir, apoyándose en la figura histórica del emperador Carlos, el estudio de la proyección de España y su inserción en el concierto europeo y universal”. Ya sólo esto, era motivo más que suficiente para aceptar formar parte de ella, como así hizo. En otro de los documentos de la Real Asociación de Caballeros de Yuste, puede leerse estos datos relativos a su institución:
“Se encargó la redacción del proyecto de estatutos de la naciente Asociación al notario de Jarandilla D. José Antonio García-Calderón, y se concertó una segunda reunión a celebrar en esta Villa“ el 12 de noviembre de este mismo año (1956), ya que ese día, precisamente, se cumplen 400 años de la llegada del Emperador al castillo de los Álvarez de Toledo (luego Parador de Turismo en los años sesenta), donde vivió casi tres meses hasta que pudo trasladarse al palacete residencial de Yuste “. Si bien la primera reunión fue la reseñada del 21 de septiembre de 1956, a partir de esta fecha una Junta Directiva provisional fue presidida por el notario de Jarandilla, el ya mencionado D. José Antonio García-Calderón, pero fue el 4 de mayo de 1957, cuando se constituye realmente la Real Asociación (no Real hasta febrero de 1996).”
Respuesta de Mari Carmen: La imagen de nuestro padre que plasmáis en este apartado no puede ser más acertada y verídica. Magníficamente captada.
Puedo añadir que poseía una gran sensibilidad artística, principalmente en el campo de la música. Tocaba el piano y algo el violín. Compuso varias piezas musicales, valses y alguna obra religiosa. Todas ellas registradas en la Sociedad General de Autores.
Su “Plegaria a la Virgen” se cantó por primera vez en la Iglesia de San Nicolás de Bilbao, aproximadamente hacia los años 50.
Le gustaba también la pintura (tenia gran disposición para el dibujo), la arquitectura y en general todo lo estético. En él, podría concretarse la frase muy común entre los médicos decimonónicos: “El que sólo sabe medicina, ni medicina sabe”.
P 8: En 1964 el Dr. García Prieto accedió a la Alcaldía de Jarandilla ¿Qué razones pudieron impulsarle a embarcarse en una aventura incierta que requería lo que no sobraba al Dr García Prieto, tiempo?
Respuesta de José Antonio: Desconocemos las razones de fondo que le llevaron a esa decisión. Ciertamente, la aventura de una Alcaldía tenía, y tiene, raíces y motivaciones políticas y, por tanto, no ajenas a los intereses de los partidos del arco político de toda democracia; y, en consecuencia, a sentirse más o menos afín a los principios de unos u otros. Pero nuestro padre Antonio, aunque seguía, lógicamente, las vicisitudes políticas y sociales del país, no era un hombre que tuviera una “vocación política” en el sentido de dedicarse a la vida política como profesión y, en consecuencia, a embarcarse en esa aventura. Lo que llenaba su vida era su trabajo como médico y la ayuda que, desde esa profesión, aportaba a la gente. Y, efectivamente, como muy bien se dice al final de esta pregunta, lo que no le sobraba era tiempo.
Con todo, el hecho de tomar la decisión de la Alcaldía, tal ve se debiera a dos razones principales: de una parte, el considerar que, desde ese lugar, podía prestar una gran ayuda al bien común del pueblo, es decir, de las personas : de los jarandillanos. Sin duda alguna, este principio del bien común , –que todo político honrado, cualquiera que sea la ideología de su partido, debería tener como seña de identidad en su trabajo-, en el caso de Antonio estaba asegurado: su trayectoria humana y profesional hasta ese momento lo avalaban sobradamente: el interés por el bien de las personas. Tal vez fue esta la razón de fondo que debieron pensar quienes, desde la vida política de aquellos momentos, le propusieron ser Alcalde: buscarían una “figura” segura y suficientemente representativa de los intereses de Jarandilla, para proponerle semejante aventura. Y esto, sí que armonizaba con el sentir de nuestro padre Antonio: pensar, como queda dicho, que desde la Alcaldía, aún podía llegar más lejos en su interés por el bien común del pueblo. Y, en consecuencia, esta pudo ser la mejor razón para aceptar la “aventura”.
Por otra parte, la segunda razón, inseparable de la anterior, pudo ser el no desairar a quienes habían pensado en él para tal cometido. Desconocemos los estímulos y las propuestas concretas que le harían para embarcarle en semejante aventura, por las dificultades que aquello debía comportar. Suponemos que le animarían con promesas de apoyo para que el proyecto de impulsar el desarrollo de Jarandilla se llevase a cabo. Y así, se lanzó a la aventura.
Respuesta de Mari Carmen: En 1964 el Dr. Izarra, Gobernador Civil de Cáceres congregó a varios compañeros médicos y personas universitarias rogándoles ayuda para levantar la gran Comarca de la Vera, como ésta se merecía, a los nuevos tiempos.
Pienso que a nuestro padre le tocó por una parte, la fibra sensible: su tierra y el adelanto de ella; pero también fui testigo de la gran congoja que la situación le produjo.
Cuando de vuelta de mi viaje de bodas nos lo refirió a mi marido y a mí, sentí que estaba deseando descargar en sus seres queridos este gran peso, este reto de poder compaginar el sacrificio que se le pedía con su amada medicina. Fue la segunda vez en mi vida que vi llorar a nuestro padre; pero no dijo que no, porque nunca supo decir a nada “no”.
P 9: Por lo tanto, a partir de 1964 el Dr. García Prieto tuvo que “desdoblarse” para compaginar el ejercicio de la Medicina con la función de Alcalde. Parece complicado.
Respuesta de José Antonio: Efectivamente, muy complicado, sobre todo si -como imaginamos nuestro padre decidió implicarse en los problemas del Ayuntamiento y en el impulso del bien común del pueblo, con la misma decisión con que hasta entonces lo había hecho en su trabajo como médico.
Sin embargo, pasado algún tiempo como Alcalde, alguna vez le oímos comentar que no habría sido posible hacer ese trabajo, si no hubiera contado con la ayuda decisiva y la categoría profesional de la persona que tuvo como Secretario de la Alcaldía, en todo aquel tiempo: fue don Manuel. Queremos dejar constancia aquí, de este comentario de nuestro padre y, por tanto, del buen hacer de quien, en el Ayuntamiento, fue su “mano derecha”. Y sin duda alguna, con Manuel, como Secretario, y otros Concejales, debió conformar un buen equipo de trabajo.
En este punto, José Antonio desea añadir una observación: en la respuesta a la 5ª pregunta de este cuestionario, transcribí estas palabras del testimonio de un compañero médico (el Dr. Ortiz de L.): “…supimos que era alcalde; a cuya alcaldía iba a las ocho de la noche y se quedaba trabajando por los vecinos de Jarandilla de la Vera. Estoy seguro que lo hacía todo por amor al prójimo.” Ignoro de dónde sacó el Dr. Ortiz de L. esa información de que mi padre iba al Ayuntamiento a las ocho de la noche y allí se quedaba trabajando. No sé a qué hora iría ni cuánto tiempo dedicaba a ese trabajo. Sí puedo decir que, a juzgar por los resultados en la mejora del pueblo y en el bienestar de los jarandillanos en los años que estuvo como Alcalde, su trabajo no debió ser nada pequeño. Y sí recordamos los dos hermanos, haberle oído alguna vez de los viajes a Cáceres y Madrid y de las antesalas de espera que hizo, para conseguir metas diversas en las mejoras del pueblo. Por esto, entre otras cosas, comprendemos el dolor que le produjo a nuestro padre cuando, casi al final de su trabajo como Alcalde, se le injurió anónima y calumniosamente, en octavillas lanzadas, en la oscuridad de la noche, por las calles del pueblo: personas que “tiraron la piedra y escondieron la mano”. En la respuesta a la pregunta 11 ampliamos brevemente este comentario.
Respuesta de Mari Carmen: Efectivamente se desdobló. Entró en juego su inteligencia, su asombrosa capacidad de trabajo y su magnífica organización. Pero nada de esto hubiera sido posible si no hubiera buscado afanosamente colaboradores para la empresa. Buscó, encontró y convenció para arrastrar a ella al que sería su “alter ego”, D. Manuel García Montero, Secretario de Ayuntamiento. Pienso que sin esta maravillosa simbiosis difícilmente se hubiera podido llevar a cabo tan gran obra.
Con seguridad que nuestro padre supo rodearse de muchas más personas, magníficas cada una de ellas en su quehacer, pero no tengo tanta constancia de ellas, porque mi vida transcurrió en aquella época lejos de Jarandilla.
P 10: Añadir que el Dr. D. AGP adquirió la condición de médico forense.
Respuesta de José Antonio: Ya se mencionó y comentó este punto en la respuesta a la pregunta número 7.
Respuesta de Mari Carmen: Hacia el año 1950, se presenta y aprueba las oposiciones de Médico Forense, sustituyendo así en el cargo a nuestro querido D. Antonio Casado. Tuvo que desarrollar gran trabajo también en este campo. Como decía Unamuno “los veratos se matan en invierno por el vino y en verano
por el agua”.
P 11: Aunque la política era un campo nuevo para Dr D. Antonio García Prieto, su obra durante los años que fue Alcalde (1964-1976), siempre desde la honestidad, fue ingente, sobre todo, en el terreno del urbanismo, y en particular de las infraestructuras municipales, pero también en el ámbito de la ornamentación del pueblo, y el homenaje, por ejemplo “el monumento a la Madre”; tal es así, que podría afirmarse que: “ las realizaciones urbanísticas del Alcalde Dr. D. Antonio García Prieto hicieron posible la incorporación de Jarandilla a la contemporaneidad urbanística.
Respuesta de José Antonio: Nos parece que, en efecto, en el terreno del urbanismo y de las diversas mejoras en la ornamentación de la Villa, es donde más pudo destacar o “hacerse ver” su trabajo como Alcalde. Al menos, las mejoras en el campo de la urbanística de pueblos y ciudades es de lo que suelen enorgullecerse los Ayuntamientos que las promueven. En Jarandilla, entre otras cosas, en los años en que estuvo al frente de la Alcaldía, se construyó, de planta, el edificio del nuevo Ayuntamiento, sobre el solar que ocupaba entonces el Juzgado municipal y la cárcel. También fueron pavimentadas bastantes calles, se embelleció un tramo de la Avenida principal con el Parque del Dr. Izarra, se erigió un “Monumento a la Madre” en honor a las todas las “madres Veratas”, etc… Su obra y trabajo, como Alcalde, fue objeto de un Homenaje que le tributaron, junto con todo el pueblo, las autoridades civiles de Cáceres.
No sabemos los motivos por los que, al fin de su mandato en la Alcaldía, en junio de 1977, fue objeto de injurias calumniosas y anónimas, que hemos mencionado en la respuesta a la pegunta 9ª. Mi padre –en un viaje que hice desde Roma, donde yo vivía-, me habló un mes después, en julio de 1977, de ese hecho injurioso. En un escrito de mi padre, cuya copia conservo, respondió punto por punto y exhaustivamente, a los infundios calumniosos que se le habían hecho en los panfletos anónimos. No faltaron personas que salieron, públicamente, en defensa de nuestro padre, con escritos firmados, rebatiendo también, punto por punto, las calumnias. Podemos citar a Eugenio Gómez Encabo, que fue Concejal del Ayuntamiento y bien conocido en Jarandilla. Entre otras cosas, el escrito de Eugenio, fechado en Junio de 1977 y dirigido a los “Jarandillanos”, comienza así:
“Como sabéis, hace unos días fueron lanzadas unas cuartillas en desprestigio de D. Antonio García Prieto, Alcalde que fue de esta localidad y que tanto se sacrificó por la misma.
“Una acción tan canalla, tan vil, falsa y calumniosa solo puede hacerse en la sombra de la noche ya que la mano cobarde y traidora no puede justificar la verdad, por esto tiene que taparse para no ser visto..”
Y después de rebatir todas las calumnias, el escrito de Eugenio termina con estas palabras:
“Si hay algún vecino que pueda demostrar lo contrario de lo que aquí se manifiesta, yo Eugenio Gómez Encabo natural de Talayuela y vecino de esta localidad a la que quiero mucho, me hago responsable de ello, ya que el justificarme así fue por tener el honor de ser Concejal con este señor. La mano cobarde y traidora me tiene a su entera disposición ante los vecinos de esta localidad, pues creo cumplir así con mi conciencia”.
Respuesta de Mari Carmen: Creo con sinceridad que nuestro padre era un hombre “apolítico”. Curiosamente, el camino de la Alcaldía, que inesperadamente la vida le puso ante sí, sólo que desarrollar su doble vocación. Primera: darse, darse a los demás. De otra parte: crear belleza.
Así fueron surgiendo alternativamente en el pueblo obras de todo tipo. Llevar agua potable a las casas, cubriendo así la necesidad de higiene y salud que tanto anhelaba para todos. El nuevo Ayuntamiento, representativo de la dignidad que se debía así mismo el propio pueblo. Parador de Turismo. El ocio, con la Piscina Municipal. Embellecimiento de la Plaza, los jardines, la obra escultórica dedicada “A la Madre Verata”, apertura de avenidas, impulso a la decoración de balcones haciendo participar a los jarandillanos de unos “juegos florarles” en Cáceres, y un larguísimo etcétera, etcétera, etcétera que nuestro padre tuvo la necesidad de enumerar y publicar en los momentos más tristes de su vida, recordando así a los jarandillanos
lo que se había conseguido en los doce años de su mandato. Todo ello con el marchamo de la honestidad y el desinterés propio.
Esta insigne labor está salpicada de innumerables anécdotas, la infra-historia de las cosas, que solamente conocieron los más allegados o colaboradores cercanos.
Desde el año 1964 nuestro padre, haciendo de hidalgo D. Quijote, incrementaba todos los meses las facturas telefónicas privadas cuyo pago habría correspondido a la alcaldía. En efecto, efectuaba desde su teléfono privado, conferencias propias de su cargo de Alcalde. Pero así, de esta manera, el “alcalde” ahorraba tiempo para el “medico”.
El tema de los viajes para conseguir beneficios para el pueblo se convirtió en otra derrama de economía propia. Mis familiares de Madrid me referían las largas esperas que nuestro padre soportaba, embutido en un chaqué alquilado, para conseguir ser recibido por el Ministro de Turismo, D. Manuel Fraga Iribarne. Al fin, su constancia dio frutos. Nuestro querido castillo, inexorablemente abocado con el tiempo a una ruina total, quedó convertido en Parador Nacional de Turismo.
P 12: Tengo entendido que el Dr. García Prieto dispuso de algunos medios técnicos inusuales en la medicina rural de la época, y que estos medios fueron adquiridos por el Dr. GP de su bolsillo. Cuáles eran esos medios técnicos sanitarios?
Respuesta de José Antonio: Antes hemos hecho referencia a la instalación de Rayos X que dispuso desde el principio, y que renovó algunos años más tarde, poco antes de 1950. También hemos mencionado el pequeño Laboratorio de análisis clínicos que realizaba él mismo, y los estudios de diagnóstico microscópico. Debieron ser sus padres (nuestros abuelos) quienes se harían cargo, inicialmente, y quizá con no pocos sacrificios, de los primeros gastos; y, posteriormente, por ejemplo para la instalación del nuevo equipo de Rayos X, ya sería él mismo con sus ingresos de trabajo.
Respuesta de Mari Carmen: Habéis tocado en el apartado 5º el azote que supuso el paludismo en esta zona. Creo que no sólo se luchaba contra él, sino que en general, el panorama médico era desolador. Únicamente
existían dos hospitales en toda la provincia, Plasencia y Cáceres. El viaje a cualquiera de estos dos puntos era para la mayoría de la población, me atrevería a decir, más que imposible.
El médico del pueblo tenía que resolver todo lo imaginable. Se moría en el pueblo o durante un
viaje incierto.
Dentro de este panorama, Antonio García-Prieto (un joven médico de tan solo 25 años) se instala -con sus propios medios económicos- en un perdido pueblecito extremeño con un Aparato de Rayos X, Laboratorio de Análisis Clínicos, microscopio y algo más adelante, finalizada la guerra, una mesa obstétrica y un pequeño quirófano donde se salvaron muchas vidas.
Si se hiciera un estudio de la Medicina Rural en España durante aquel periodo, quedaríamos asombrados de este hecho completamente insólito.
He de recalcar que estas ventajas técnicas fueron su gran ayuda para diagnosticar, para llegar al mal y conseguir el bien. Nunca supusieron sin embargo un medio de encarecimiento injustificado del servicio al paciente; oí –cuántas veces!- que nuestro padre se negaba a pasar por rayos X a enfermos, a pesar de su petición insistente: “D. Antonio, écheme vd. Los Rayos”. Él contestaba: “No, te costara más dinero, no lo necesitas porque con las “gomas” (refiriéndose al fonendo), me basta”.
Unía a estos medios materiales su conexión con las figuras importantes de la medicina de Cáceres y Madrid. Tenía una gran capacidad de sociabilidad que constantemente la ejercitaba en el campo de la medicina. El Dr. Ledesma, magnífico Cirujano General (todavía no habían surgido las especialidades) y figura reseña en la provincia, operó con él en su pequeño quirófano jarandillano, o era arrastrado hasta el pueblo para casos extremos.
En años siguientes, quizá ya en la década de 1950, se hizo más asequible mandar enfermos a Madrid para intervenciones quirúrgicas. Nuestro padre desde casa, ponía conferencias al Hospital General para ver resultados y seguir la evolución de los pacientes que había remitido, hasta su restablecimiento total….
En cierta ocasión, el enfermo volvió a Jarandilla con un extraño regalo del cirujano para nuestro padre: un apéndice conservado en un pequeño botecito de cristal. “Dígale al médico de su pueblo que el diagnostico de esta apendicitis solamente lo hacen los buenos toreros. Ahí va su oreja”.
Fue toda una vida dedicada a su gran vocación. Primero, durante los difíciles años de la postguerra, siguieron los años de horizontes nuevos, más tarde el antes y después de la alcaldía; pero siempre con el mismo ardor e ilusión de un corazón joven hasta poco antes su muerte.
Solamente le conocí en 1959 (prácticamente a los 25 años de su ejercicio profesional) unos días de vacación junto a mi madre, su gran apoyo incondicional; más adelante, los viajes en los nacimientos de sus nietos.
Esta vida de trabajo y esfuerzo fue recompensada por la mayoría del pueblo con otra entrega llena de confianza y fe hacia su persona.
De los doce años que duró su labor como alcalde contemplamos obras visibles; agua en las casas, un ayuntamiento nuevo, fuentes, jardines, esculturas… De los cincuenta años de su gran labor como médico, me pregunto yo como el poeta (respecto al amor) “¿cuando la memoria acabe, sabes tú a dónde va?”. Pido que llegue hasta las manos de Dios, y si el recuerdo se ha transmitido, sirva para pensar que no tiempo pasado, por muy duro fue peor, porque todo depende del valor y amor que en él se ponga.
P 13: ¿A qué tuvo que renunciar el Dr. García Prieto al optar por el ejercicio de la medicina rural?
Respuesta de José Antonio: Tal vez pasó por su mente haber seguido alguna especialidad médica, concretamente cirugía. En aquellos años parece que gozaba de bastante prestigio, entre los mismos médicos. Pero esto habría comportado nuevos gastos y sacrificios por parte de sus padres. Aunque desconocemos, pues, los motivos del porqué, al fin, optó por la medicina rural, probablemente no sería ajeno a ello el sentirse muy cercano a las gentes del campo y, también la necesidad de comenzar enseguida el ejercicio de la profesión; y para esto, las dificultades de Madrid serían muy superiores a las que podrían encontrarse en el medio rural.
Respuesta de Mari Carmen: Sin ninguna duda, a su permanencia en Madrid dentro de la Universidad, bien en el campo de la investigación bien en el ámbito docente.
P 14: Para concluir ¿Qué representaba la Medicina para el Dr. D. Antonio García Prieto?
Respuesta de José Antonio: Para resaltar el sacrificio y entrega que el ejercicio de la Medicina comporta si se quiere vivir a fondo, se ha dicho, a veces, que la vocación médica vendría a ser “como un sacerdocio”. Pues bien: si ese dicho popular tiene algo de verdad y fundamento, pensamos que en el caso de Antonio García Prieto es algo que, sin lugar a dudas, se cumplió al pie de la letra.
Por el modo como se entregó a los enfermos, con la diligencia y profesionalidad con que lo hizo –como todo el mundo, en el pueblo y en la comarca, pudo verlo-, diríamos que la Medicina fue para él, “la pasión de su vida”. Sentía la satisfacción de ver cómo un enfermo recobraba la salud corporal; y, cuando comprendía que la vida de alguien llegaba a su fin, procuró que no le faltaran los auxilios para la otra Vida, si el paciente terminal –como era lo habitual entonces- deseaba la presencia del sacerdote. Si el enfermo así lo requería, sus parientes y, a veces el propio D. Antonio, se encargaban de avisar al párroco. Una existencia, en fin, gastada con verdadera entrega a lo que dio sentido y razón de su vida: la ciencia médica, al servicio del hombre.
Deseamos consignar, por último, que nuestro padre recibió la Cruz Azul de la Seguridad Social, una distinción de carácter civil, con la que se reconocían en la persona condecorada, sus méritos de trabajo, por el bien de la comunidad.
Respuesta de Mari Carmen: Su vida.
El Dr. D. Antonio García-Prieto nació en Madrigal de la Vera (Cáceres) en 1908.
Se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad San Carlos de Madrid en 1933.
Medico Titular por oposición en Jarandilla de la Vera (Cáceres)
Médico Forense.
Medalla Azul de la Seguridad Social
Socio Fundador de la Real Asociación de los Caballeros del Monasterio de Yuste.
Alcalde de Jarandilla de la Vera (Cáceres)
Murió en Jarandilla de la Vera (Cáceres) a los 74 años de edad.
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